Amancio Prada interpretó dos obras de
distinta factura: su musicación del Cántico espiritual, de san Juan de la Cruz,
con el que abrió el recital, y un recorrido por sus canciones en el que cantó
poemas de Rosalía de Castro, Juan del Enzina, Agustín García Calvo y los
trovadores galaico-portugueses. Más nerviosos e inseguro en la primera parte,
en la segunda se fue reafirmando hasta un final espléndido, demostrando una vez
más que la suya es música simple y llanamente buena, sin jerarquización de
géneros."... Por haberse, pues, estas canciones compuesto en amor de abundante inteligencia mística, no se podrán declarar al justo, ni mi intento será tal, sino sólo dar alguna luz (en) general, pues Vuestra Reverencia así lo ha querido. Y esto tengo por mejor, porque los dichos de amor es mejor dejarlos en su anchura para que cada uno de ellos se aproveche según su modo y caudal de espíritu, que abreviarlos a un sentido a que se no acomode todo paladar. Y así, aunque en alguna manera se declaran, no hay para qué atarse a la declaración; porque la sabiduría mística -la cual es por amor, de que las presentes canciones tratan- no ha menester distintamente entenderse para hacer efecto de amor y afición en el alma, porque es a modo de la fe, en la cual amamos a Dios sin entenderle."
(Del prólogo al Cántico Espiritual)
Festival de Otoño 1984
Amancio Prada interpretó dos obras de
distinta factura: su musicación del Cántico espiritual, de san Juan de la Cruz,
con el que abrió el recital, y un recorrido por sus canciones en el que cantó
poemas de Rosalía de Castro, Juan del Enzina, Agustín García Calvo y los
trovadores galaico-portugueses. Más nerviosos e inseguro en la primera parte,
en la segunda se fue reafirmando hasta un final espléndido, demostrando una vez
más que la suya es música simple y llanamente buena, sin jerarquización de
géneros.